En las conferencias de prensa vespertinas del 21 de julio y 24 de agosto de 2020, Hugo López-Gatell Ramírez, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, ofreció una explicación sobre la política de aplicación de las pruebas de diagnóstico COVID -19 de conformidad con los Lineamientos Estandarizados para la Vigilancia Epidemiológica y por Laboratorio de la Enfermedad Respiratoria Viral, cuando se tiene una persona con síntomas compatibles con la definición de caso sospechoso de enfermedad de COVID-19; mismos que establecen que toda persona de cualquier edad que en los últimos 10 días haya presentado, al menos, uno de los siguientes cuadros o síntomas, esto es, tos, disnea (dato de gravedad), fiebre o cefalea, acompañados de mialgias, escalofríos, dolor torácico, rinorrea o conjuntivitis, cumple con la definición de caso sospechoso de enfermedad respiratoria leve y por tanto debe realizarse una prueba diagnóstica para confirmar o detectar infección por SARS-CoV-2.
Esta prueba, denominada PCR o de Reacción en Cadena de la Polimerasa, detecta el material genético del virus RNA, ácido ribonucleico, y de acuerdo a la cantidad de copias que se pueden generar de ese material genético se infiere cuál es la carga viral, así como la cantidad de virus que podría tener una persona. La prueba se realiza por medio de la recolección de fluido nasal o de la garganta con un hisopo, mismo que se coloca en una solución líquida ácida que ha sido calentada a altas temperaturas (entre 55 y 60 grados centígrados) lo cual provoca que la cubierta del virus se rompa y exponga su ARN viral. Hecho esto, se amplifica el ARN para hacer que el virus sea detectable. Una prueba positiva indica que se ha encontrado material genético del virus y que la persona con este diagnóstico es un agente infeccioso activo que debe permanecer en aislamiento hasta que el virus haya dejado de multiplicarse.
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