Derechos sexuales y reproductivos de la población joven

Adriana Ortiz Ortega

 Economista y politóloga, integrante del Sistema Nacional de Investigadores

adriortizortega@gmail.com

 

RESUMEN

El acceso deficiente y de baja calidad a los servicios de salud, en materia de derechos sexuales y reproductivos de la población joven, contribuye a que en México prevalezca una alta tasa de embarazo en adolescentes. Debemos diseñar políticas públicas capaces de encarar los retos que nos plantean las múltiples formas en que ocurre el ejercicio de la vida sexual y reproductiva de las personas jóvenes y adolescentes en México. Par lograrlo, necesitamos de un abordaje multidisciplinario para atender de manera efectiva este importante problema de salud pública.

 

El acceso deficiente y de baja calidad a los servicios de salud, en materia de derechos sexuales y reproductivos de la población joven, contribuye a que en México prevalezca una alta tasa de embarazo en adolescentes (69 por cada 1000), que exista una mortalidad materna importante, particularmente en poblaciones vulnerables; que en algunas entidades de la República particularmente del sureste el uso de anticonceptivos sea más bajo que el promedio nacional; que se manifieste una inadecuada atención a las víctimas de violencia sexual; que no se garantice el aborto legal, seguro y gratuito bajo las causales aprobadas en cada estado o que prevalezca una falta de acceso a consejería en planificación familiar y métodos anticonceptivos para la población joven e indígena.

Las problemáticas anteriores se agravan debido a la prevalencia de la violencia o violencias de género que producen embarazos no deseados, e incluso forzados en niñas y adolescentes que en ocasiones enfrentan el abuso en sus propias familias. Muchas veces el embarazo adolescente es validado y fomentado en contextos donde las jóvenes y los jóvenes encuentran limitadas oportunidades de desarrollo familiar y ven en dichos embarazos una conducta socialmente aceptada, o tal vez la única de realización familiar.

Por estas razones es importante visualizar no sólo las causas inmediatas del problema, como puede ser una inadecuada operatividad en el acceso y entrega de servicios de salud sexual y reproductiva; o la falta de transparencia en los mecanismos de compra y distribución de insumos y medicamentos para garantizar la salud sexual y reproductiva; sino también entender que existe una cadena de acontecimientos que sitúan a estas problemáticas como causas y efectos.

La magnitud del problema y sus causas inmediatas no debe hacernos suponer que carecemos de alternativas para enfrentar dicha problemática. Más bien, debemos enunciarlas pues requerimos movilizar recursos federales y estatales para fortalecer la ya existente Estrategia Nacional Para prevenir y atender el Embarazo Adolescente (ENAPEA). A medida que se refuerce este compromiso por parte de los gobiernos estatales y municipales bajo el liderazgo del gobierno, que tiene un año en el poder, se podrá comprender que estamos ante un problema que tiene igual o mayor gravedad que cualquier otro que se menciona con insistencia en los medios de comunicación masiva.

La claridad conceptual, el compromiso político, el diseño de políticas públicas pertinentes y la participación de actores y actrices, capaces de plantear estas temáticas en la esfera política, permitirán que se atiendan cuestiones como el déficit de infraestructura hospitalaria y recursos para la atención de la salud sexual y reproductiva o la falta de mecanismos de transparencia y rendición de cuentas en el sistema de salud relacionados con la salud sexual y reproductiva de las y los jóvenes. 

Referirse a las causas del problema es importante para revertir de manera efectiva la alta tasa de crecimiento del embarazo adolescente en México. Por tanto, si bien como consecuencia de los cambios en la dinámica demográfica del país, la población crece cada vez con menor velocidad. Es innegable que es prioritario brindar servicios de consejería para una población que inicia su sexualidad, que puede vivir embarazos no deseados producto de la violencia.  El aumento del número de mujeres en edad fértil, como el que se observa en 2015 debe ser ocasión para refrendar el compromiso con el brindarles a estas mujeres acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, así como fomentar sus derechos en el campo de la sexualidad y reproducción.

De acuerdo con cifras de Coespo de 2016, en el ámbito nacional, el grupo de edad de 15 a 19 años representa 16.5 por ciento del total de las mujeres en edad fértil; es decir, las 5.5 millones de adolescentes son el grupo más numeroso de las mujeres en edad reproductiva mientras que un poco más del 30 por ciento de la población femenina en edad fértil tiene entre 20 y 29 años. Se trata de dos grupos de edad donde se toman decisiones críticas sobre la vida que guarda estrecha correlación con la decisión de tener hijxs.

Por ende, como país, avanzaremos en la medida en que se diseñen políticas oportunas y dirigidas para estas edades donde se concentran las tasas más altas de fecundidad, prestando particular atención tanto a las niñas y adolescentes como a las jóvenes adultas que están entre los 20 y 24 años.

Debemos diseñar políticas públicas capaces de encarar los retos que nos plantean las múltiples formas en que ocurre el ejercicio de la vida sexual y reproductiva; requerimos contar con una mirada de género, interseccionalidad y derechos humanos atenta a potencializar el desarrollo de las capacidades de jóvenes y adolescentes con miras a mejorar la calidad del ejercicio de su ciudadanía y desarrollo humano. Por tanto, brindar servicios necesarios de anticoncepción que les permitan evitar embarazos no planeados y permanecer libres de infecciones de transmisión sexual, no sólo es un fin sino un medio para atender las problemáticas de las jóvenes y adolescentes.

Las políticas públicas sólo serán efectivas cuando el abordaje de la salud sexual y reproductiva de las mujeres en edad fértil parta de un acercamiento directo a sus sentimientos, deseos, motivaciones, vivencia, creencias y acciones. Se requiere validar sus voces y reconocer las realidades sociales que encaran. Por tanto, se pide a los diseñadores de políticas y programas analizar las causas del problema adoptando un enfoque holístico de la salud sexual y reproductiva.

Para atender de manera efectiva el problema de salud que aquí he planteado, es necesario tomar en cuenta los datos sobre las condiciones en las que tiene lugar el inicio de la vida sexual de las y los adolescentes. Dichas condiciones están marcadas por la pobreza, la exposición a la y las violencias, el acceso a las drogas y alcohol, la limitada formación educativa, la ausencia de educación sexual y la falta de oportunidades para el empleo y el desarrollo personal. Al mismo tiempo, debemos tomar en cuenta otros datos de acuerdo a la generación, como lo es el uso de las tecnologías.

Requerimos identificar mejores prácticas para llegar al desarrollo de programas de atención del embarazo adolescente que sean una ruta para modificar comportamientos, visiones y actitudes sobre embarazo adolescente, el abuso sexual, la violencia sexual y el feminicidio, consideradas todas como manifestación de la violencia de género.  Resaltar las dimensiones comunicativas del importante problema de salud pública bajo estudio, puede no sólo ser el medio para permitir que México deje de ser el país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con más adolescentes embarazadas.

En breve, el embarazo adolescente no es solo un problema de salud, sino que expresa desigualdades sociales, por eso se manifiesta particularmente en los estratos sociales bajos. Las variaciones en México van desde 97 adolescentes por cada 1,000 mujeres embarazadas entre la clase más desfavorecida, a 15 adolescentes por cada 1,000 mujeres embarazadas en la más alta. Está documentado que la diferencia más importante en cuanto a salud reproductiva tiene que ver principalmente con la inequidad en el acceso a los servicios de salud, la cual se encuentra claramente marcada por los estratos socioeconómicos. Las discrepancias en el embarazo adolescente se expresan también en diferenciales de embarazo por clase social y región del país. Llama la atención que es en los estados del sur del país, como Chiapas donde existe un menor uso de los anticonceptivos, con un 35,5%, frente a otros estados donde dicho uso se eleva a un 59%.

Resumiendo, requerimos una visión compleja de las causas y los efectos del problema. Esto implica un abordaje multidisciplinario de este importante problema de salud que promueve la alta exposición temprana a las sexualidades riesgosas, particularmente entre las y los adolescentes de escasos recursos. Se trata de una problemática que aqueja de manera directa e inmediata a las adolescentes y niñas pero que afecta por igual a los jóvenes, y a las comunidades en las cuales se realizan estas prácticas. Por ende, las campañas de salud deben contener un componente de salud emocional, de campañas de comprensión de las diversas dimensiones de la problemática. Esto requiere recuperar visiones que toquen a las familias o espacios de convivencia íntima en los cuales se da el vínculo principal de la socialización; afectivas los mensajes con miras a explicar una realidad que para ser transformada requiere de afecto, apoyo social y comunicación. Permitir que estos mensajes lleguen a los jóvenes, es fundamental para que alcancen una mejor comprensión de lo que son las sexualidades, el ejercicio responsable de la vida sexual y reproductiva.

Una cosa es que mediante folletos, videos o conferencias se informe qué son los órganos sexuales, las características sexuales del hombre y la mujer, cómo se desarrollan, y otra involucrarse en el contexto familiar para saber de la importancia de una vida sexual y reproductiva responsable y saludable.

 

 

REFERENCIAS

Consejo Nacional de Población, 2016, Situación de la salud sexual y reproductiva en la República Mexicana, Ciudad de México, publicación propia.

Instituto Nacional de Geografía y Estadística, 2019, “Estadísticas a propósito del día del niño” ciudad de México, Boletín de prensa 201/19, abril 2019, 10 páginas.

Instituto Nacional de Geografía y Estadística, 2017, Mujeres y hombres de México ciudad de México, publicación propia.

Excelsior, “México, país de la OCDE con más adolescentes embarazadas” 15 de abril de 2019, https://www.excelsior.com.mx/nacional/mexico-pais-de-ocde-con-mas-adolescentes-embarazadas/1307745

La Jornada, “Encabeza México listado de OECD de embarazo adolescente” 15 de abril de 2019, https://www.jornada.com.mx/ultimas/sociedad/2019/04/15/encabeza-mexico-listado-de-ocde-de-embarazos-adolescentes-2989.html

Villa Grecia y Andrea Jiménez “Embarazo adolescente en México: un problema alimentado por la inequidad”, El país, 26 de marzo de 2019. https://elpais.com/elpais/2019/03/14/planeta

 


Artículo publicado el 20 de diciembre de 2019, en la Tercera edición del Boletín Abierto

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