Un Gobierno Abierto a las Personas Trans

Guerrero Mc Manus, Siobhan

Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades / CDMX, México.

siobhanfgm@gmail.com 

 

Resumen:

Las personas trans son consideradas uno de los grupos que sufren mayores índices de marginalidad, violencia y exclusión. Ello afecta su capacidad para ejercer plenamente su condición de ciudadanas así como sus derechos humanos. De manera general suele denominarse al conjunto de causas que generan estas situaciones como “cissexismo”; este término nombra así a un tipo de opresión específicamente dirigido a las personas trans. El presente texto pretende hacer ver cómo la perspectiva del Gobierno Abierto puede servir para remediar los efectos de dichas injusticias.

 

Cuando nos referimos a las personas trans, hablamos de un conjunto diverso de seres humanos que se caracteriza por habitar un género distinto al asignado al nacer; hablamos así de hombres y mujeres trans pero también de personas no binarias, esto es, que no se viven ni como hombres ni como mujeres. En América Latina las personas trans suelen ser objeto de diversas formas de discriminación y violencia, lo que suele traducirse en una esperanza de vida disminuida ya sea a causa de los muy frecuentes crímenes de odio de los que son objeto [1] o, de igual manera, por el acceso limitado o nulo a diversos derechos de entre los que cabría señalar el derecho a la salud, a la educación, a la seguridad social, al trabajo digno y, desde luego, a la identidad y libre desarrollo de la personalidad. Incluso cuando estas violencias no cercenan directamente la vida de las personas trans, sí suelen arrojarlas a condiciones de marginalidad y precariedad que atentan contra su dignidad.

 

A la luz de esto, y basándonos en un enfoque que retoma las perspectivas tanto de los derechos humanos como del Gobierno Abierto, lo que se persigue en este texto es mencionar una serie de factores que nos permitan entender cómo operan estas violencias y cómo una mayor transparencia y participación ciudadana, así como la innovación en mecanismos de gobernanza, pueden servir como forma de mitigar y eventualmente eliminar las diversas formas de discriminación a las que ya hemos aludido.

 

Para ello tomaremos como punto de inicio la noción de cissexismo al cual entenderemos como un sistema de opresión que afecta a las personas trans por medio de una serie de violencias concatenadas que limitan el capital social, cultural, simbólico y financiero del que gozan [2]. El origen de dichas violencias tiene su fundamento en concepciones patologizantes y criminalizantes de la diversidad sexual que consideran que todo sujeto no heterosexual y/o cisgénero (es decir, no trans) es necesariamente un enfermo y potencial delincuente. Si bien la ciencia ha establecido que estas creencias no tienen apoyo empírico [3], no es poco frecuente encontrar estas actitudes en la familia y otros espacios de convivencia social en los cuales se estigmatiza, discrimina y violenta a las personas trans.

 

En este sentido, cabe afirmar que estas violencias no sólo corroen los derechos humanos de estas personas sino que suelen limitar fuertemente su capacidad de denunciar las injusticias que viven así como limitar su acceso a diversos espacios de toma de decisiones. Estas injusticias de índole epistémico –esto es, relacionadas con el conocimiento, la comprensión y el testimonio– han sido analizadas en los estudios culturales y de género [4] y hoy está firmemente establecido que muchas personas trans son objeto de injusticias de esta índole al no poseer los vocabularios necesarios para denunciar la discriminación de la que son presa y al no gozar del prestigio social y de la credibilidad suficientes para ser escuchadas por las autoridades cuya labor debiera consistir en hacer valer sus derechos.

 

Estas dinámicas implican que, aunado a todas las violencias ya mencionadas, se limita de este modo la capacidad de acceder a una justicia contributiva [5], i.e., aquella en la que se reconoce que los seres humanos no son sólo receptores pasivos de ciertos beneficios sino que tienen el derecho de participar activamente en diversos ámbitos de la vida política y social de una ciudad o de un país aportando sus vivencias y experiencias para así detectar fallas o defectos en la procuración de justicia que eventualmente habría que corregir.

 

Es justamente en este punto donde el enfoque del Gobierno Abierto podría contribuir de manera estratégica para eliminar las injusticias epistémicas (y de otro tipo) ya mencionadas permitiendo de este modo que la voz y las vivencias de las personas trans sean escuchadas y que su voz y conocimiento se emplee en la mejora de los mecanismos de gobierno y de toma de decisiones. Esto es así ya que al fomentar la participación activa de diversos sectores sociales, incluyendo los más desfavorecidos, y al transparentar y proveer de información a esos mismos sectores sería entonces posible comenzar una crítica acerca de los diversos sesgos cissexistas y transfóbicos que muy seguramente están cristalizados en los múltiples mecanismos de gobernanza ya aludidos.

 

El Gobierno Abierto sería entonces una estrategia para que la justicia contributiva alcance finalmente a las personas trans y evite que se les mire como sujetos a ser salvados haciendo así posible que se les reconozca como agentes mismos de la innovación, mejoramiento y cambio en los mecanismos de gobierno. Un ejemplo quizás ilustre esto de forma clara. Usualmente los programas de salud enfocados en esta población siguen asumiendo que estamos ante personas enfermas, sin embargo, si les incluyéramos en el diseño de esas mismas políticas podríamos eliminar tanto la mirada patológica como el trato condescendiente y cissexista que suele estar presente.

 

 

Referencias Bibliográficas:

[1] http://www.letraese.org.mx/wp-content/uploads/2018/05/Informe-crimenes-2017.pdf

[2] Guerrero Mc Manus, Siobhan y Leah Muñoz Contreras (2018). “Transfeminicidio” en Lucía Raphael y Adriana Segovia (coordinadoras), Diversidades: Interseccionalidad, cuerpos, territorios. IIJ-UNAM, pp. 65-90.

[3] https://elpais.com/internacional/2018/06/18/actualidad/1529346704_000097.html

[4] Kidd, I. J., Medina, J. & Pohlhaus, G. (2017). The Routledge Handbook of Epistemic Injustice. Nueva York: Routledge.

[5] Guerrero Mc Manus, Fabrizzio (2016). “Los géneros del saber: feminismo analítico, filosofía de la ciencia y conocimiento científico” en Interdisciplina, Volumen 4, número 8, pp. 57-86.

 


Artículo publicado el 26 de abril de 2020, en la Cuarta edición del boletín Abierto

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